sábado, 3 de octubre de 2009

Estación Colegiales



No puedo encontrar una explicación lógica, pero siempre, al pasar por el mismo lugar, me doy cuenta de que estoy allí. Es curioso, porque minutos antes viajo como perdido, ensimismado en quién sabe que pensamientos: el ruido del tren, la gente, el viento en mi cara; pero al llegar allí se que allí estoy.
Afuera la noche es distinta, particular, como si fuera otro mundo, con una magia que no sé definir. A veces pienso que esa magia la dá la velocidad a la que pasa ese escenario ante mis ojos y el saber que no puedo entrar a él; lo que dura menos de un minuto pero siempre estoy dispuesto a ver.
No parece creíble que tan sólo las horas, en su lento transcurrir,sean capaces de transformar esa magia, esa imagen en algo tan real y palpable como rutinario. Tal es así que es difícil saber si es o no un sueño. Es sabido que los sueños son breves y como de ellos, también salgo de él cuando las luces de la próxima estación me hacen volver a la realidad.
(el presente artículo fué publicado en aves-urbanas, recuperado del mismo y republicado en doctortoncich)

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